domingo, 20 de julio de 2008

Nombres

Bulancia, Camaraoculta, Utalia...

El origen de la asociación de ideas que mueven a una niña de tres años a semejantes propuestas se lo dejo a Freud y seguidores. El viernes, volvíamos de San Boi cuando Marina sugirió estos nombres para el que ha de nacer. Recuerdan a los que ponen sin pudor en el otro lado del charco, por la zona caribeña: "Usnavy", "Etcétera", "Billgates", etc. Seguro que ya corre por ahí algún "Windowsvista". En la República Dominicana cuyos habitantes son, por lo visto, de lo más creativo en eso de poner nombres, debe haber ya decenas de "Obamitas" a punto de empezar a dar sus primeros pasos.

Françoise Dolto sostiene que el nombre hay que ponérselo a la criatura cuando nace, no antes, y recuerdo haber oído a Jodorovsky asmilar a pesadas losas de efectos imprevisibles e inconscientes los nombres que pasan de los antepasados a las nuevas generaciones. Según esta teoría, el nuevo ser se debe llamar de una forma u otra según lo que sugieran su mirada, su actitud ante la vida o sus primeros lamentos. Es una opción para evitar condicionar a la criatura ya desde antes de su nacimiento. No sé si llegaremos a esperar tanto, pero esta vez no nos precipitaremos.



Respecto a los nombres, Dolto recoge una curiosa costumbre ancestral de un pueblo chino según la cual, «cuando un niño cumple su primer mes de vida, se le destina una figura de tigre a manera de patrono. Además, para alejar a los demonios que amenazan al niño, prudentes padres han puesto a sus hijos nombres repugnantes como "hija de porquería", "niño malvado" o, simplemente, "suciedad". El espíritu de los nuevos tiempos dejó surgir nombres no menos caprichosos: "Sirve al Pueblo", "Defiende a Oriente" y "Pequeño Ejército" se codean, hoy en día, en el aula escolar.» (1985. La causa de los niños. Barcelona: Paidós, p.113). Es decir, que sobre los nombres se ha escrito mucho y mejor de lo que pueda hacerlo yo (recuérdese aquél misterioso "Yo soy el que Soy" bíblico: eso sí que es un nombre, y lo demás son tonterías) .

Parece haber consenso en casa: el nombre no será ninguno de los existentes en las familias. Se cuenta que a mí me pusieron David, a secas, para fastidiar a mi abuelo paterno, quien exigía un Rafael, después de que le hubieran puesto a mi hermano mayor Rubén-Luis, en honor al abuelo materno y al bisabuelo paterno, respectivamente. Vamos, que nosotros somos la primera generación, de tres seguidas como mínimo, en la que no figura ningún Rafael y ningún Belisario, nombres que en mi familia han sido como el de Aureliano en aquellos famosos Cien años de soledad.

Esta mañana, Marina ya se ha civilizado un poco y se ha decantado por Rosa como su mejor opción. Hay algún motivo para descartar ese nombre, pero eso es ya otra historia...

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Buceando por la red:

Sobre nombres curiosos: Yahoo le han puesto a un niño. La discusión posterior no tiene desperdicio, pero me quedo con este comentario: «mi hijo se llamará “eroski de la plaza San Miguel”». El resto de los comentarios está aquí.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Bulancia...me encanta!! Estoy totalmente de acuerdo con Dolto y Jodorovsky en el tema de los nombres sin pasado. Aunque sospecho que cualquiera que elijáis me parecerá perfecto...qué buenas noticias las de hoy!!

Besos de tía orgullosa